Ya lo decían los antiguos:
"Madrid, nueve meses de invierno y tres de infierno"
Así las cosas, algunos de mis placeres confesables en el tiempo de verano son los que reseño a continuación:
-Una cañita bien tiradita, qué bendición, qué gran invento de esta nación.
-La biblioteca pública, con su airecillo acondicionado, con sus mil y un libros para disfrutar.
-El agua de cebada que todavía preparan en el kiosko de la calle Narváez esquina a Jorge Juan.
-Los autobuses públicos, refrigerados, para ver pasar la vida cotidiana.
-El cine, igualmente fresquito.
-Una terracita en un parque, o en la zona del río, con amigos.
-Los parques al anochecer, a la hora en que empieza el riego automático.
-Las duchas fresquitas cuando llegas a casa a punto de ebullición.
-Ponerme el ventilador y rociarme con un pulverizador de agua, fórmula ideal para coger el sueño en las noches de calima.
6 comentarios:
Tus recomendaciones veraniegas ya son un clásico, Carlos, y son estupendas, muchas gracias :)
Verdaderamente eres un sibarita. Solo echo en falta el abanico y las noches por el Pardo. Y por supuesto la capacidad de distinguir cuabndo echar el cierre, coger a la familia y adelantar por la NVI camino del norte...
Hola, Mercedes, un abrazo veraniego. Pues sí, Angel, en cuanto a la nacional VI, pronto me haré a ella, rumbo a Galicia.
Yo ayer estuve en el pantano del Atazar montado en una piragua alquilada alli y con una brisa de p.m. Super recomendable. Haces ejercicio, te pones moreno y te olvidas de los problemas.
Gracias por la sugerencia. ¿En que parte del pantano se cogen las piraguas?
completamente de acuerdo contigo!! y te lo digo yo que trabajo en pleno centro!! gran blog!!
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