viernes, 20 de abril de 2012

Aleluyas y Pliegos de Cordel


Las Aleluyas, Pliegos de Cordel o Romances de Ciego son tres formas de hablar de lo mismo: de la costumbre de narrar historias en verso e ilustrarlas con imágenes.
Parece ser que la primera modalidad de estas historietas fueron las Aleluyas, unas hojitas con dibujos y versos alusivas a Jesucristo que se entregaban en las iglesias el domingo de Resurreción.
De hecho, la mayor parte de las aleluyas o pliegos de cordel tenían una función religiosa o moralizante.


Los pliegos de cordel, precedente de los modernos comics, surgen en el siglo XV tras la creación de la imprenta. Se llamaban de cordel porque para mostrarlos y venderlos se colgaban de una cuerda.
Fue una de las formas de ganarse la vida que tenían los ciegos, por eso también se llaman Cantares o Romances de Ciego. Eso sí, no todos los que cantaban y vendían aleluyas eran ciegos, también había narradores profesionales.



 El ciego, acompañado por un lazarillo, reunía a las gentes de un barrio o pueblo en la plaza y allí desplegaba un gran cartel donde estaban pintadas las escenas de la historia. 
Entonces, señalando las escenas con un bastón, empezaba a declamar en alta voz las estrofas de la historieta:
"La Historia van a escuchaaaar del ladrón más singulaaar"



Se contaban historias moralizantes. Los sucesos escabrosos, robos y crímenes, tenían mucha aceptación popular. La Administración de Justicia entregaba a los ciegos extractos de los procesos judiciales para que ellos compusieran versos y ejercieran una función educativa y moralizante (el malo siempre la acaba pagando)
Las historias que relataban sucesos se llamaban avisos.


Tras cantar la Aleluya, unos contribuían con una monedilla y otros compraban el pliego de papel en el que estaba impresa la narración y los dibujos alusivos.


No conozco la fecha exacta en que se perdió esta costumbre, pero todavía existía en los años de la posguerra. Con la creación de la ONCE en 1939 muchos ciegos se incorporaron a la venta del cupón y los cantares fueron silenciándose.


En Madrid, las últimas aleluyas se editaban en una imprenta de la calle de Tabernillas. 
Creo que se trataba de la Imprenta Cicerone, en el nº 13, que cerró el año pasado tras más de un siglo de existencia.



4 comentarios:

Mayrit dijo...

¡Qué interesante lo que cuentas! yo tengo varios pliegos de cordel relacionados con Madrid. Hace años conocí a una persona que los coleccionaba y me los enseñó, ¡tenía cerca de 1.000 pliegos de cordel! eran de toda España y las conservaba primorosamente en fundas y en cuadernos de cuatro anillas. Me dio una envidia (sana) enorme :)

Un saludo desde mi Madrid del alma,
Mayrit

Carlos Osorio. dijo...

Hola, Mayrit. Sería fantástico que esa colección llegase a formar parte algún día de nuestras bibliotecas.

Matilde dijo...

Esta blog cada día con más calidad e interés.
Mi Jardín de Infancia estaba en la Plaza del Dos de Mayo, un edificio
anejo a la Iglesia de Los Santos Justo y Pastor donde hicimos la
Primera Comunión toda la clase del Colegio Romano, San Bernardo 63,
creo. El Director Don David, su esposa, quizás Doña Asunción y la
profesora Doña Teresa. En ese centro había pliegos de cordel, puntero incluido, en la clase de religión.

Carlos Osorio. dijo...

Qué interesante lo que cuentas, matilde