jueves, 30 de julio de 2009

El torreón del edificio Banesto


Anochece tras el torreón de la antigua sede de Banesto, en Alcalá esquina a Sevilla, uno de los edificios más encantadores de Madrid, obra de Grasses y Riera.
La foto es de Antonio Bueno y pertenece al libro "Mitología en los cielos de Madrid" Ed. Lunwerg.

lunes, 27 de julio de 2009

Por los tejados de la Escuela de Minas


He escaneado esta estupenda foto de Antonio Bueno que permite contemplar con detalle las cúpulas de la Escuela de Minas, soberbio edificio de Ricardo Velázquez Bosco. En la imagen pueden apreciarse las extraordinarias esculturas de Vicente Oms, un gran escultor, hoy olvidado, que nos recuerda mucho a Miguel Angel.
Foto: Antonio Bueno (Del libro Mitología en los cielos de Madrid. Ed. Lunwerg)

sábado, 18 de julio de 2009

Brazos de árbol, brazos de luz



El gran pájaro oscuro del alma de la noche

vuela sobre mis ojos despiertos y cerrados.

Quiero volar. Mis brazos no se mueven.

Esta noche mis brazos son de árbol y de luz.

Texto y foto: C. Osorio.

Tertulia

En este Madrid de las prisas y la escasez de diálogo, brilla con luz propia la Tertulia del pub Seis Peniques, que se reúne cuando buenamente puede y a la que asisten pintores, escultores, escritores, músicos... de muy diversas tendencias. Por insólito que parezca, en un mundillo cultural dominado por el pensamiento único, aquí hay diversidad, hay debate...todo un lujo! Todo un testimonio vivo de aquel Madrid de las tertulias que brilló con luz propia en los dos siglos pasados.

Foto: C. Osorio.

Puesto del Rastro. Poema de Gloria Fuertes


Mi propio túnel

En el Madrid de hoy, salir a pasear es prácticamente imposible, porque están todas las calles en obras. Solo quedan dos opciones: ir al atasco o ir a la tasca.
Muchos madrileños prefieren el atasco, porque les relaja estar horas y horas parados en medio de un conglomerado de coches. Así, con un dedo en la nariz y otro en el cláxon, echan la mañana o la tarde sin otras preocupaciones, sintiéndose miembros de hecho de la comunidad del tráfico. Yo, francamente, prefiero ir a la tasca, porque tratándose de embotellamientos, prefiero que me embotellen una cerveza.
A mi modo de ver, la tasca tradicional madrileña tiene mejores condiciones que el atasco de tráfico para ser feliz y realizarse como persona. Las tabernas castizas tienen un tamaño reducido, para favorecer el sosiego y el buen trato, para la conversación con los amigos, con la pareja, con los vecinos. Tienen también una espléndida decoración, para recreo de la vista, y unas tapas de cocina y unas bebidas estupendas para satisfacer el gusto. A la tasca no va uno a empinar el codo, porque el que se pasa con el alcohol no disfruta de nada que valga la pena. Se va sobre todo a relacionarse amistosamente con otros seres humanos, que es lo que más te reconforta. Para eso se inventaron las ciudades, aunque hoy en día se tiende a creer que las urbes son laberintos de túneles, autopistas, coches y centros comerciales. Según las estadísticas, Madrid tiene hoy tres veces más kilómetros de autopistas que Londres, París o Roma. Sin embargo, cuando los extranjeros nos visitan no les impresiona en absoluto nuestra red asfáltica, ¡fíjate qué sosos! Lo que les gusta de Madrid son las tabernas, las terracitas, la vida en la calle. ¡Mira si son raros los extranjeros estos! Podrían ser un poco más sensatos y apreciar nuestras tuneladoras y no fijarse tanto en nuestra capacidad para irnos cargando, año a año, las pocas tabernas históricas que quedan en Madrid. En fin, los tiempos cambian, y si un día nos asignaron a los madrileños el gentilicio de “gatos”, hoy, que nos pasamos la vida bajo tierra, tal vez nos sentaría mejor la denominación de “ratones”.
Yo lo tengo muy claro: Voy a seguir yendo a mi tasquita favorita mientras pueda. Y como la calle está llena de zanjas y no hay quien ande, he tomado ejemplo de la moda de hacer túneles y me he fabricado el mío propio. Si, señoras y señores, he cavado un túnel desde mi casa hasta mi taberna predilecta. Hay que ingeniárselas para sobrevivir en esta jungla de asfalto.
C. Osorio.
(De prólogo del libro "Tabernas de Madrid/Taverns of Madrid" Ed. La Librería)

viernes, 17 de julio de 2009

Santiago, el tabernero veterano de Madrid

“Siendo antiguo y de raza de taberneros, yo me trato con todo el mundo” Así se expresa Santiago, el tabernero de Casa Revuelta, que se define a sí mismo como castellano viejo (nació en Valladolid). Revuelta, en la calle de Latoneros, junto a Puerta Cerrada, es una de las buenas tascas centenarias del viejo Madrid. Santiago es, con gran probabilidad, el tabernero más antiguo de la Villa, ya que lleva 74 años en la profesión. Anteriormente tuvo una taberna en Usera, donde vendía el vermú por arrobas, y hace 44 años cogió esta casa que ya existía en 1902 y que a mediados del XIX estaba en la vecina calle Toledo.
Le pregunto por sus famosísimos callos y el no menos ilustre bacalao rebozado. Me dice que lleva seis décadas preparando callos, siempre los miércoles y jueves. Tanto los callos, como el crujiente bacalao, y también los calamares en tinta, son de toda confianza, con una cuidadosa elaboración artesana que contrasta con la tapa precocinada y precongelada de algún garito a la moderna. Aquí siguen sirviendo chatos de vino de Valdepeñas, el más tradicional entre los vinos de chateo. Hasta hace 14 años el vino lo traían en gruesos pellejos de casi 200 kilos que se guardaban en la cueva. Ahora lo traen en garrafas de una arroba (16 litros) cada una. Santiago recuerda que hace años se reunían aquí albañiles y soladores y alguna peña taurina. Serio, como castellano viejo que es, Santiago es un tío auténtico, de los que nunca dan gato por liebre, de los que con mucho trabajo han puesto en un lugar muy alto el noble oficio de la tabernería.



fotos: C. Osorio.

Campaña para sustituir las bolsas de plástico


La asociación Amigos de la Tierra está impulsando una campaña para reducir el uso de bolsas de plástico, sustituyéndolas por bolsas de otros materiales, mochilas, carritos... se trata de evitar que acaben formando parte de esas islas de cientos de kilómetros cuadrados que flotan en los océanos, ya que solo se recicla un 15 %. La verdad es que cuando vas en barco y te cruzas con una de esas "islas" de plástico se te cae el alma a los pies.

martes, 14 de julio de 2009

Una corrala en Comendadoras

Caminando por la calle de Amaniel, veo que está abierta la puerta del nº 6 y me meto a fisgonear. El sol de la mañana limpia y pule las vigas y las barandillas. Teodora está cuidando sus geranios y nos ponemos a hablar sobre el daño que les hace a estas plantas la jodía mariposa del geráneo y sobre los remedios para combatirla. Teo, amable por naturaleza, como las vecinas de mi barrio de toda la vida, me enseña la corrala y me permite que le haga una foto.
Después saludo a Paquita, su prima política, que se encarga de mantener gloriosas las plantas del patio. Paquita y Teo me dicen que suba a ver a Juani, que es la vecina más antigua y la que más sabe de la historia del edificio.

Juani me pide disculpas porque aún tiene la casa sin hacer, pero me enseña todas sus habitaciones, como se hacía antes, cuando enseñar la casa era un símbolo de hospitalidad. En los estantes, decenas de fotos cuentan la historia de las gentes de esta corrala. Todo empezó cuando la abuela de Juani, de Paquita y del marido de Teodora se vino a vivir aquí y en esta casa tuvo sus once hijos. Gran parte de los hijos también se asentaron aquí y aún viven algunos nietos. "Aunque ya no es como antes" me dice Juani, porque antes se conocían todos los vecinos y se trataban y se ayudaban.

Hoy, cuando los vecinos de muchos edificios ni siquiera se saludan, hay que imaginar la vida en la esta corrala desde que se edificó, hace casi dos siglos. Aquella relación de camaradería, de solidaridad entre vecinos, sin duda valía la pena y no debería haberse perdido. Otra cosa es que también se controlaba mucho la vida y la obra de los demás, y eso era un coñazo.
Todos los años, el día de Santiago, engalanaban el patio y celebraban una fiesta por todo lo alto. Fotografío una foto de una de aquellas fiestas, aunque el cristal hace que la instantánea no salga todo lo bien que debiera. Es una referencia histórica interesante, ya que no había oído contar nada acerca de las fiestas de Santiago. Sin duda se debía a que esta parte del barrio de Universidad estuvo muy relacionada con la cercana iglesia de las Comendadoras de Santiago.

En aquellos tiempos sólo había un retrete para cada planta (siete viviendas) y se turnaban en su limpieza. Cada día de la semana le tocaba a un vecino y para recordárselo colgaban una tablilla en su puerta.



La tribu de niños de la corrala, cuando llegaban del colegio, hambrientos y meones, se colaban en la garita de la portera y le cogían trozos de pan de los cajones y meaban en su urinario, que era el más cercano y estaba muy aseadito.







Juani me sigue contando cosas de su corrala y me habla de sus padres (en la foto) y de tantas gentes que ha podido conocer esta buena mujer en los 84 años que lleva aquí. Y escuchándola voy viendo entrar y salir por la puerta a niños, abuelos, porteros, carteros que traen cartas, novios que despiden a las novias en el portal, personajes que se van decolorando y ya son imágenes en blanco y negro, y los parientes de Juani se confunden con mis antepasados y todos se unen el día de la fiesta de Santiago, porque hay que celebrar la buena vecindad, y hay que oir y contar estas historias para que no olvidemos nunca que la vida puede ser mucho más hermosa si volvemos a tratarnos con nuestros vecinos, como se hacía antes.
Fotos: C. Osorio.





SAMUR: Los mejores madrileños

"Quien salva una vida salva al mundo entero" dice la cita sagrada, y esa es la misión de los profesionales y voluntarios del SAMUR, el Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate.

"No queremos que se nos trate como a héroes, solo hacemos nuestro trabajo" dijo Ervigio Corral, subdirector del SAMUR. Pues aunque no lo queráis, desde Caminando por Madrid quiero haceros este pequeño homenaje a los mejores madrileños.

El SAMUR fue una idea del que fuera concejal de Salud y Consumo Simón Viñals, quien ya había desarrollado la idea en su tésis doctoral de 1967. El alcalde Rodriguez Sahagún dio luz verde al proyecto en 1989, y en 1991, ya bajo mandato de Alvarez del Manzano, el SAMUR vio por fin la luz del ancho cielo madrileño.

Son ya 18 años salvando vidas, una labor que realizan cerca de 600 profesionales y 1500 voluntarios.
Atrás quedan aquellos tiempos en que las personas heridas o accidentadas en la calle se morían esperando una ayuda que tardaba en llegar o no llegaba nunca. Tiempos en que no había un teléfono al que llamar y los diferentes cuerpos de ambulancias se pasaban la pelota diciendo: No, ese señor no está asegurado con nosotros, o idioteces por el estilo. Recuerdo experiencias muy desagradables en este sentido, como la un joven herido al que tratamos de atender allá por el año 84 entre varios amigos y que murió tras cuarenta minutos esperando una ambulancia que no llegó.
Gracias, trabajadores y voluntarios-as del SAMUR. Gracias en nombre de todos los madrileños-as.

Foto: El Mundo.

lunes, 13 de julio de 2009

Fuego en el cielo


Hoy, cálido lunes 13 de Julio acaba de ponerse el sol entre nubes de fuego.
Foto: C. Osorio

El pueblo dentro de la ciudad

En la calle de San Hermenegildo hay una pequeña corrala que recuerda a un pueblecito, haciendo un curioso contraste con la modernidad que la rodea.

Foto: C. Osorio.

El juego de la diferencia

Dos balcones aparentemente idénticos. La diferencia está en que el de la izquierda, "restaurado" en 2009 consta de simples varas de hierro totalmente lisas, y el de la derecha, del siglo XIX, tiene un delicado trabajo de forja. Hasta hace unos años existieron en Madrid artesanos que trabajaban el hierro y lo sabían modelar para crear trabajos artísticos. La desvalorización de los oficios artesanos y el culto a los modelos prefabricados y estandarizados ha acabado con un oficio ancestral que llenó de belleza nuestra ciudad.
Foto: C. Osorio.

viernes, 10 de julio de 2009

Prohibido fijar carteles

La fachada del banco de Santander, al final de la Gran Vía, presenta este aspecto desolador. Lo más curioso es ese cartelito que hay en el cristal, a la derecha de la foto que amplío para asombro del lector.
En fin, otra muestra del deterioro de la Gran Vía ante la pasividad de las autoridades locales.

Fotos: C. Osorio.


Los Fraileros

Los fraileros: Climatización natural
Las contraventanas plegables de los balcones, generalmente realizadas en madera, se llaman fraileros. Este sistema permite graduar el nivel de aire que entra en la casa. En las jornadas de verano, los fraileros se cierran, impidiendo la insolación de la casa en las horas de calor. Una varilla permite abrir más o menos las lamas de los fraileros graduando la intensidad de la luz. Durante las noches cálidas, los fraileros se cierran por dentro, dejando abiertas las ventanas, y se abren las ventanas del otro extremo de la casa, lo que origina una tenue corriente de aire que refresca el interior. Así han soportado los madrileños muchas noches de verano sin necesidad de aires acondicionados poco sostenibles. Además, al cerrarse por dentro, son una buena medida de seguridad. Vale la pena recordar su existencia, ya que la arquitectura actual se ha olvidado de ellos.
Foto: C. Osorio

jueves, 9 de julio de 2009

Echate un bailecito

Chico, chica, aprovecha y échate un bailecito, vuela por tu habitación con la Blondie!

Hablando en madrileño (A)

Hablando en madrileño: selección de palabras del argot castizo. Con la letra A.
Abur: adios
Acabóse: final no deseado
Achispado: bebido
Adoquín: cabezota
Aguaducho: puesto de refrescos en la vía pública
Ahuecar: Largarse
Alicáncano: persona indeseable
Amolao: fastidado
Andorga: barriga
Apretar: salir corriendo
Artículo: piropo
Aviarse: areglarse
Avizores: ojos
Azotea: cabeza.

(Del Libro del casticismo madrileño. Angel del Río. Ed. La Librería)

miércoles, 8 de julio de 2009

Un pozo de hojaldre lleno de misterio

El veterano de los hornos de pastelería madrileños es El Pozo, en la calle del mismo nombre, abierto en 1830.
Cuentan que, en la zona existió un pozo de aguas amargas y salobres que se comunicaba con el vecino convento de La Victoria. Durante la guerra de sucesión, los partidarios del archiduque Carlos penetraron al convento a través del pozo y robaron las reliquias, entre ellas, dos espinas de Cristo engarzadas en oro. Los soldados tomaron el oro y tiraron las espinas al pozo. Desde ese momento, el agua amarga se volvió dulce y, posteriormente, varios enfermos sanaron al beber dicha agua. El pozo siguió produciendo milagros y hechos sorprendentes hasta que un día, en el cubo con que extraían el agua, sacaron las espinas. Entonces el agua volvió a ser amarga y cesaron los hechos sobrenaturales. Un siglo después la calle se llenó de dulzura al instalarse la extraordinaria pastelería.
Foto: C. Osorio

martes, 7 de julio de 2009

El Ahuehuete

El “Ahuehuete”, nombre popular de este soberbio ejemplar de “Taxodia mucronata” es el abuelo de los árboles de nuestra ciudad. Fue plantado en 1633 en el parterre de El Retiro. Sobrevivió a la guerra de independencia, cuando los franceses instalaron una batería entre sus ramas. También sobrevivió a otras guerras devastadoras en que los árboles sucumbían para abastecer de leña a la ciudad, y es que era imposible cortar un tronco tan grueso.
El nombre de Taxodium deriva del griego taxos (tejo). Mucronatum hace referencia a las hojas, que terminan bruscamente en punta..
En México existen árboles de esta familia de hasta 6000 años. Un ejemplar de esta especie, en Oaxaca, tiene 52 metros de perímetro y se considera el árbol más gordito del mundo. En América conserva su hoja todo el año, pero en España la pierde y por eso recibe el nombre de Ciprés calvo.
De adolescente me gustaba subirme y me sentaba a leer en sus ramas. Desde el año 91 una verja impide, lógicamente, este tipo de actividades.
Foto: C. Osorio

domingo, 5 de julio de 2009

La Gran Vía: Construyendo la belleza

Hace cien años se realizó un enorme esfuerzo para dotar a Madrid de una magnífica avenida llena de belleza y utilidad: La Gran Via. Pero, por encima de todo, fue un intento de crear un lenguaje arquitectónico nuestro, una arquitectura con sello español. Y para ello, los mejores arquitectos se inspiraron en los grandes estilos de nuestra historia, como el Barroco y el Renacimiento. No se trataba de volver al pasado, sino de hacer una sabia combinación de diferentes estilos, y así con un lenguaje ecléctico, en el que no faltaba la infuencia francesa, porque tampoco se trataba de mero chauvinismo, se pusieron a la tarea de engrandecer Madrid.
-El primer tramo de la Gran Vía es el mejor integrado en la ciudad. Un tramo bien diseñado, con calles paralelas de servicio, con alturas proporcionadas.
-Casi todos los edificios de este tramo están hechos con viguería metálica y piedra, excepto Metrópolis y el Casino Militar, que son de hormigón armado.
-La Gran Vía supuso un gran cambio en las costumbres de los madrileños: los ricos se mudan desde la C/ Mayor y Sol. Las tiendas de lujo, los cines, los teatros y los casinos se instalan aquí, y se convierte en la calle de paseo y escaparates. También se instalan las grandes compañías y tres casinos: La Gran Peña, el Casino Militar y el Círculo Mercantil.
Entre 1910 y 1930 se construyeron buena parte de los edificios más bellos de Madrid. A partir de entonces, la arquitectura se olvidó de la búsqueda de la belleza.
Foto: C. Osorio.

sábado, 4 de julio de 2009

Sin churros en la Cava Baja


La churrería de Cava baja 7 ha dejado de freir sus crujientes churros. Este local fue una antigua pescadería y conserva en su interior valiosos azulejos alusivos a la pesca de principios del siglo XX.
Sobre los churros hay muy poco investigado, no sé muy bien por qué. Varios autores coinciden en que se inventaron en España en la primera parte del siglo XIX. Solo tienen ingredientes naturales: harina. agua y sal. Son un alimento sano y nutritivo. Mucho mejor que cualquier tipo de bollería industrial. Lo que es fundamental es que estén muy bien escurridos, sin gota de aceite, y eso sólo lo sabe hacer los maestros churreros. Los churros forman parte del desayuno madrileño tradicional, y es tradición acabar las juergas tomando chocllate con churros.
Sobre el reciente cierre de la churrería de Cava Baja, decir que es una pena, que valdría la pena que se apoyara la continuidad en el uso de este tipo de establecimientos. El local tiene nivel 1 (máximo) de protección, por lo que no entiendo que hayan retirado la bonita portada.
Foto: C. Osorio.

viernes, 3 de julio de 2009

El auténtico pan

El continuado cierre de las tahonas y panaderías de toda la vida y el avance avasallador del poco recomendable pan precongelado, han sido la tónica en un Madrid que ha ido perdiendo cultura gastronómica de calidad. Hasta hace poco sólo quedaba en Madrid un horno de leña: El Museo del pan Gallego. Por fin la tendencia se ha invertido y tenemos en la corte un segundo horno de pan auténtico cocido con leña, se trata de la Artesa de Gallent. Tienen dos sedes, una en la calle Fernández de los Ríos, y otra en el recién reformado mercado de San Miguel.
En la foto, el bueno de Jorge Gallent, perteneciente a la cuarta generación de una casa de panaderos catalanes que se han afincado en Madrid. Con la típica pala de madera, el panadero está sacando panes crujientes, recién horneados , oliendo a brasa de encina. Un pan que tiene color, aroma, gusto y postgusto, y por supuesto sin aditivos, todo aquello de lo que carece el pan precongelado.
Fotos: C. Osorio.

miércoles, 1 de julio de 2009

Las torres inclinadas

En 1996, cuando se terminaron de construir las torres inclinadas de la Plaza de Castilla, subí a hacer unas fotos. La verdad es que las torres molan. Son guapas. Lo que falla es que es un tipo de edificación insostenible y poco humanizada. Pero no hay duda de que son un símbolo para Madrid. fueron las primeras torres inclinadas que se construyeron en el mundo. En cuanto a las vistas, no son nada del otro mundo. Nada que ver con las de la torre de Madrid, que son las mejores.

Las torres Puerta de Europa, son más conocidas como las Torres KIO (Kuwait Investments Office), por el grupo financiero que puso la guita. Están inclinadas 15º respecto a la vertical. Tienen 114 metros de altura. Son obra de los arquitectos estadounidenses John Burgee y Philip Johnson.
Fotos: C. Osorio.